Para muchas mujeres, la salud ginecológica está profundamente vinculada a su identidad y bienestar cotidiano. Sin embargo, existen intervenciones que siguen generando dudas y temores debido a creencias erróneas y estigmas sociales. Un ejemplo claro es la histerectomía, una de las cirugías ginecológicas más comunes a nivel mundial, que aún provoca inquietudes que van más allá de lo físico. Por ello, es esencial comprender su naturaleza y desmantelar los mitos que la rodean, con el fin de humanizar la experiencia y brindar mayor seguridad.
La histerectomía es una cirugía en la que se extrae el útero. Puede ser total, si se retiran tanto el cuerpo como el cuello uterino, o subtotal, si solo se extrae el cuerpo uterino. En algunos casos, también se extirpan las trompas de Falopio, mientras que la extracción de los ovarios depende de la edad de la paciente o de la presencia de enfermedades ováricas. Este procedimiento se recomienda para tratar problemas benignos como miomas, endometriosis o sangrados abundantes, así como ciertos tipos de cáncer. También se considera una opción definitiva para mujeres que ya no desean tener hijos o cuando los tratamientos hormonales no son efectivos o bien tolerados.
Aclarar dudas y ajustar miedos con el ginecólogo reduce el estrés y mejora la adherencia a las recomendaciones previas a la operación.
Tipos de cirugía y preparación previa
La intervención puede realizarse de dos maneras. La vía vaginal, que evita incisiones en el abdomen, se emplea, por ejemplo, en casos de prolapso uterino. Este problema es más común en mujeres que han tenido varios partos, que experimentan la menopausia (debido a la disminución de estrógenos) o que realizan grandes esfuerzos físicos. Los síntomas incluyen una sensación de pesadez en la pelvis, dolor lumbar y, en ocasiones, incontinencia urinaria. Por otro lado, está la vía abdominal, que puede realizarse mediante cirugía abierta (con una incisión más amplia) o mediante técnicas mínimamente invasivas, como la laparoscopia o la cirugía robótica. Estas últimas suelen facilitar una recuperación más rápida.
Dada la complejidad de la intervención, es necesario un período de preparación que incluye análisis de sangre, pruebas cardiológicas y una evaluación anestésica. La doctora Meritxell Gracia, especialista en ginecología del Servicio de Ginecología del Hospital Clínic Barcelona, subraya la importancia de abordar tanto la salud física como la emocional antes de la cirugía. “Es fundamental abandonar hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol, optimizar la alimentación y controlar enfermedades como la hipertensión, la diabetes o la obesidad. Además, aclarar dudas y ajustar miedos con el ginecólogo reduce el estrés y mejora la adherencia a las recomendaciones previas a la operación.”
El aumento de peso no está relacionado directamente con la histerectomía, sino que podría estar en relación con cambios hormonales en caso de extirpación de los ovarios (ooforectomía).
Por lo general, la cirugía se realiza con anestesia general, aunque en algunos casos, especialmente cuando se emplea la vía vaginal, se opta por anestesia locorregional. Tras la intervención, la recuperación comienza con unas horas de reposo, seguidas de la reintroducción progresiva de líquidos y alimentos. El tiempo de hospitalización varía según la técnica utilizada: en la mayoría de los casos, el alta se da en uno o dos días si la cirugía es vaginal o laparoscópica, mientras que, si se utiliza la vía abdominal abierta, puede ser necesario un tiempo de recuperación hospitalaria más largo. En las semanas posteriores, se recomienda reposo y evitar esfuerzos físicos intensos. En algunos casos, la fisioterapia de suelo pélvico puede ser una herramienta útil para fortalecer la musculatura y mejorar la recuperación. Si no se extraen los ovarios, la producción hormonal se mantiene hasta la menopausia natural, aunque la menstruación cesa definitivamente.
Riesgos y beneficios de la intervención
La histerectomía se considera un procedimiento seguro, con una incidencia muy baja de complicaciones graves. A pesar de ello, Gracia resalta la importancia de informar sobre posibles riesgos, como sangrado postoperatorio, infecciones en la herida o tracto urinario y, con menor frecuencia, lesiones en órganos cercanos. Gracias a las técnicas mínimamente invasivas actuales, en la mayoría de los casos, la mortalidad asociada se mantiene por debajo del 1%. Aproximadamente cuatro semanas después de la cirugía, muchas pacientes pueden retomar buena parte de sus actividades cotidianas.
La mayoría de las mujeres reportan mejoras en su vida sexual, especialmente si la cirugía ha solucionado las condiciones que previamente causaban exceso de sangrado y dolor.
Una de las principales inquietudes sobre la histerectomía está relacionada a la feminidad y la sexualidad. Según la doctora Gracia, existe la confusión de asociar la extirpación del útero con la pérdida de la función hormonal y del placer sexual, cuando en realidad “la mayoría de las mujeres reportan mejoras en su vida sexual, especialmente si la cirugía ha solucionado las condiciones que previamente causaban exceso de sangrado y dolor”. De este modo, la intervención no afecta directamente al placer sexual ni provoca la menopausia, a menos que se extirpen también los ovarios. Otra preocupación frecuente es el posible aumento de peso. Sin embargo, Gracia aclara que “no está relacionado directamente con la histerectomía, sino que podría estar en relación con cambios hormonales en caso de extirpación de los ovarios (ooforectomía)”.
Gracia subraya que, antes que nada, “es fundamental fomentar la expresión de inquietudes y proporcionar la orientación necesaria para que la paciente comprenda los beneficios a largo plazo de la cirugía”. Con una indicación médica adecuada y una preparación física y emocional integral, la histerectomía puede convertirse en un paso positivo hacia la salud de muchas mujeres. Cuidar la salud ginecológica es, en última instancia, garantizar una mejor calidad de vida y una relación más saludable con el propio cuerpo.