Si quiero saber cómo son las cosas ahí fuera, será mejor que salga y pregunte.
Eso es lo que hacemos los periodistas, ¿no?
Al entrar en la sala de prensa de la Philippe Chatrier, busco a Enrico Milani.
Milani es un hombre elegante y muy sabio que lleva treinta años escribiendo de tenis y que, como especialista italiano, las ha visto de todos los colores.
–¡Yo vengo de los tiempos de Stich y Kafelnikov! Y la verdad es que, a lo largo de mi carrera como analista, algo así no lo había vivido nunca –me cuenta Milani cuando le interrumpo en su quehacer.
(Pues está preparando una pieza para Livetennis.it, el digital número 1 de tenis en Italia; y en la pantalla de su ordenador me muestra los números, cómo le gusta ese jugueteo a los analistas digitales: en abril, Livetennis.it había alcanzado los 4,2 millones de visitas...).
–Cierto –le digo–. Italia nunca había tenido un super líder ATP, ¿verdad?
(Hasta ahora, sus mejores tenistas habían sido Nicola Pietrangeli y Adriano Panatta, artistas en los viejos años cincuenta, sesenta y setenta).
–Es curioso. Pero Italia nunca le ha perdido el amor al tenis pese a que en estos últimos tiempos no había creado grandes figuras –me dice Milani, que me habla en italiano, despacito y con buena letra–: eso sí, con la aparición de Sinner, ha explotado la Sinnermanía y las escuelas se están llenando de niños que quieren jugar a tenis. Y lo mejor es que Sinner está siendo un buen ejemplo para ellos, es la figura de un campeón serio, a diferencia de aquellos otros que no han mostrado muy buenos comportamientos.
En Italia ha explotado la ‘Sinnermanía’ y el tenis abre a diario informativos”
–¿Y su historia con el dopaje, esa suspensión de tres meses que ha tenido que afrontar?
–Italia cree en Sinner porque la suya es la historia de una familia sencilla y de valores que hace años, antes de que Jannik naciera, había adoptado un niño ruso. Fíjese en todo lo que ha ganado Sinner (23), y a día de hoy solo le conocemos un capricho, un Audi R6. Tiene una mentalidad más alemana que italiana, ¿no le parece?

Jannik Sinner se abraza con su palco, el viernes tras su victoria sobre Novak Djokovic
Milani hurga en la pantalla.
Me muestra otro dato:
–¡Mire!
Con el índice, señala el ranking ATP. Italia tiene nueve tenistas en el Top 100. Salvo Berrettini y Sonego, el resto está por debajo de los 25 años.
–¡Tenemos para largo! –vocea, irado y algo sorprendido por las circunstancias, pues nadie, ni siquiera él, había visto venir semejante revolución–: antes solo estaban Fognini, que era disperso, muy latino, y Berrettini, demasiado frágil físicamente. Pero Sinner es la mezcla perfecta, es tedesco (en Italia, algo tedesco es algo relacionado con lo alemán; Sinner nació en San Cándido, a 40 km de la frontera con Austria) e italiano. Une talento y orden. Y las televisiones ya le dan mucha vida al tenis. Antes, los deportes de Rai 1 se ceñían al fútbol. Ahora, sobre todo en los Grand Slam, el tenis abre informativos.
Aquí corto la conversación con el gran Milani porque debo acudir a la pista 2. En un ratillo arranca el entrenamiento de Carlos Alcaraz (22), el otro protagonista de esta historia (pues este domingo, a partir de las 15h, el murciano defiende su título de Roland Garros ante Sinner).
Como llego pronto a la cita, me toca esperar, y en la espera contemplo al grupo que pelotea en ese escenario: dos italianas y dos españoles raquetean sobre la tierra. ¡Qué azaroso es todo!
Las italianas son Jasmine Paolini y Sara Errani, la fabulosa pareja de dobles que en julio, aquí mismo, recogía el oro olímpico, y que hoy busca el título en dobles ante Krunic y Danilina. Y los españoles son sus entrenadores. Paolini es la discípula de Marc López. Errani lleva veinte años en manos de Pablo Lozano.
Los cuatro se lo están pasando realmente bien mientras juegan, yo también lo paso bien observándoles, y cuando la sesión acaba, Marc López se acerca a los periodistas y nos dice:
–¿El duelo Sinner-Alcaraz? Hombre, creo que es la final que todos estaban esperando. Ambos están un paso por encima del resto. Creo que, en tierra, Alcaraz tiene un punto más que Sinner, pero me tendrán que disculpar. Yo no podré verla en vivo porque a esas horas estaré volviendo a casa después de 19 días aquí. La veré en diferido, ¿eh? Estas cosas no debería perdérmelas.