El lema de esta columna es “No todo vale”. Cuando lo elegí, tenía en mente la tendencia en nuestra vida pública a utilizar argumentos falaces, cuando no falsos, para defender posiciones políticas e ideológicas, ignorando las restricciones técnicas y la evidencia científica. La columna pretende contribuir a una discusión pública alejada del sectarismo, del “todo vale” si me sirve para mis objetivos políticos. El último ejemplo de debate sectario nos lo ha proporcionado el apagón del pasado 28 de abril. Las comisiones de investigación reportarán las conclusiones en unos meses, pero las posiciones ideológicas ya se han fijado, en un intento de influir en la opinión pública.
El Gobierno desplazó rápidamente la culpa hacia las empresas privadas. Son los “reflejos políticos”, unidos a una contumaz animadversión por todo aquello que no es público. Aquel señalar a la empresa y lo privado ignoró, por cierto, que Red Eléctrica de España (REE), que forma el núcleo operativo del sistema eléctrico, es también una empresa y con participación pública muy relevante.
Opinión
Los resultados de la reciente encuesta sobre energía nuclear muestra lo que mucha gente intuye: que es y va a ser necesaria
Algunos técnicos independientes han contado una historia plausible, asociada a dos hechos significativos. Primero, el día del apagón, la presencia de renovables en el sistema era superior a lo normal, superando el 70%. Y, en segundo lugar, las energías renovables, por razones técnicas, proporcionan al sistema energía eléctrica con escasos mecanismos para asegurar la estabilidad de la red. No disponen de lo que se denomina la inercia rotacional, que sí tienen las tecnologías convencionales. Según este análisis, la causa del apagón podría ser que la extraordinaria expansión de las renovables en España a lo largo de los últimos años se ha hecho sin exigir a estas fuentes energéticas una inversión adicional para garantizar que no aportaran inestabilidad a la red. El objetivo político era incrementar las renovables a cualquier coste. Y se consiguió.

Sala de control de una central nuclear
En sus declaraciones de esta misma semana en este periódico, la presidenta de REE ha cargado contra las tecnologías convencionales, asegurando que fueron estas las que generaron inestabilidad en la red y negando que las culpables fueran las renovables. El Gobierno y sus adláteres se encastillan en su posición pro renovables a toda costa. Sin embargo, la operativa de estas últimas semanas muestra que, si algo ha ocurrido, es que se ha aumentado la presencia de tecnologías convencionales para dotar a la red de más estabilidad. El argumento del Gobierno parece, como mínimo, contradictorio.
El debate energético en España requiere menos prejuicios ideológicos. Incidentes como el apagón deben ser evaluados por organismos independientes. Lógicamente, los líderes políticos siempre van a tratar de influir en la opinión pública. Sin embargo, la ciudadanía tiene criterio propio. Como muestra, un botón. A pesar de la enorme propaganda en contra, la encuesta reciente sobre la energía nuclear mostraba lo que mucha gente intuye. Que va a ser necesaria.