Para los que hace algunos años visitamos Arabia Saudí por motivos profesionales, los cambios que se constatan hoy en día son espectaculares. El Gobierno ha conseguido convertirse en un árbitro para los inacabables conflictos de Oriente Medio y no es menos notable el papel que tienen actualmente las mujeres, que habían quedado fuera de todas las actividades propias de un Estado moderno.
La compañía Aramco domina los mercados mundiales del petróleo y derivados, pero al precio por barril de 61 dólares queda lejos de los 92 dólares que el Fondo Monetario Internacional ha fijado para que el país tenga presupuestos equilibrados.
Instalaciones de la petrolera estatal saudí Aramco.
Arabia Saudí se endeudó, pero según publica The Economist, su deuda se ha duplicado en apenas nueve años. A pesar de eso, todavía conserva su posición de liderazgo en las reuniones de los de la OPEP en su sede en Viena y se ha convertido en el árbitro de la geopolítica de Oriente Medio.
El país ha salido beneficiado de los aranceles que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, califica de “aranceles recíprocos” y disfruta de un arancel para sus exportaciones del 10%. Pero si la economía mundial empeorase por el desorden de los aranceles de Trump, la balanza comercial del país empeoraría. Para depender menos del petróleo, el Gobierno ha recurrido a la construcción de gigaproyectos, tales como la ciudad del futuro, Neom, y promueve actividades deportivas que atraen a los mejores futbolistas y promociona campeonatos de atracción mundial. También está tomando participaciones en grandes compañías internacionales mediante el fondo soberano saudí. De esta forma, diversifica su abundante cartera procedente de su cuota en los mercados mundiales de petróleo.
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Arabia Saudí, a través de su filial Saudi Telecom Company (STC), grupo mayoritariamente participado por el fondo soberano de Arabia Saudí, tomó una participación del 9,97% en Telefónica por 2.100 millones de euros. Inicialmente se consiguió mediante la adquisición de los denominados derivados financieros, que luego han sido convertidos en acciones representativas de la propiedad directa en Telefónica.
Con esta operación, STC se ha convertido en el tercer mayor accionista de Telefónica, solo por detrás de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) y de un fondo de inversiones español. De esta forma, STC ya ha comunicado su intención de solicitar un puesto en el consejo de istración de Telefónica.